Y en este camino de reencontrarme otra vez conmigo se cruza de nuevo la música. Ella siempre ha estado acompañándome de muy diversas formas y he sido parte de ella de maneras distintas, pero en algunos momentos permanecía esa espinita clavada de no poder implicarme más, de no darle más presencia en vez de ser simplemente un adorno o acompañamiento de otras disciplinas artísticas. Mi paso por formaciones corales supuso un gran aprendizaje, Drawing blues fue un intento que al final no pudo ser, y cuando esa opción parecía descartada me encuentro de nuevo con Jorge Serna y su portentosa voz y se une a nosotros Ricardo García, alguien con múltiples inquietudes y que tras su aparente calma y humildad se revela como un músico intuitivo que se adapta a un amplio abanico de estilos y a nosotros.
Nos reunimos como tres amigos con ganas de compartir el amor por la buena música pero poco a poco ha ido tomando forma como un proyecto un poco más serio al darnos cuenta de que queremos dar un paso más. Ese paso más nos llevó el lunes 8 de mayo hacía el Café de Alba, un lugar que siempre abre sus puertas a todo aquel que quiera mostrar su arte, y a compartir escenario con otros músicos y cantautores de gran talento. La mayoría era la primera vez que nos escuchaba y nos sentimos bien recibidos, arropados y disfruté como no lo había hecho en mucho tiempo.
Priorizo ante todo y sobre todo saborear esos encuentros, reencuentros y la confianza en el camino, dejando que este me sorprenda para bien, consciente de la relatividad y levedad de las cosas, es la lección más importante que he aprendido estos cuatro últimos años.
Y aquí dejo el resultado de ese reencuentro con la música en dos vídeos que grabó uno de nuestros amigos que asistió al evento.
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