11 de agosto de 2014

Inspiración Férreo, Aire

Lo dicho, empiezo a añadir los ingredientes más ligeros de nuestro crisol, sobre todo este, el más ligero de todos. Os dejo este soplo de aire que en agosto siempre viene bien. Entre dos plumas poéticas además.




Llamando a las puertas del cielo




Una vez dentro recorremos su estancias. La catedral del aire.




Sentimos el soplo y comienza la danza con el viento.




Allí arriba hay seres iluminados, ascendidos.




¿Una pluma de ave? Posiblemente.




También podría tratarse de plumas de las alas de los ángeles.




Pero el aire y el cielo no siempre son suaves y ligeros, el atardecer envuelve el cielo en fuego. Un Titán duerme, también el cielo fue el hogar de dioses crueles.




Allí arriba también se desatan fuerzas de la naturaleza terribles.




El aire sopla cada vez más fuerte y gira y te arrastra. Se capta el movimiento y lejos de ser un fallo visual, acentúa si cabe más ese movimiento del aire. Una energía masculina muy activa.




El aire me inspira más que otros elementos a la hora de realizar mis experimentos visuales-fotográficos. La danza se produce literalmente sobre las nubes.




Hago desaparecer el escenario y los actores pasean sobre las nubes.




Los actores son parte del giro, del remolino que se empieza a formar, y ponen también su energía en esa fuerza centrífuga.




El ojo del huracán se define cada vez más y parece que fuese a absorber a la actriz en cualquier momento.




Como una diosa con poderes sobrenaturales, detiene el giro, el ojo del huracán desaparece. De nuevo el cambio captado cuando se pasa de una imagen a otra, crea un efecto visualmente interesante.




Y llega una noche donde parece que estuviese a punto de crearse otra galaxia. También hay oscuridad en el cielo, pero no existe la oscuridad absoluta, la luz se abre paso a través de las sombras.

El fruto de la pasión ya tiene el aliento vital, ¿que nos falta? nutrirlo y que crezca, nada mejor que el agua y con esto tendremos ya todos los ingredientes.