Un par de entradas más abajo he hablado de lo mucho que disfruto dibujando, pintado, escribiendo o captando imágenes a través de mi cámara. Pero otra de mis pasiones ha sido y es la música. Una de las cosas que me hubiese encantado ser es compositora. Entre mis múltiples facetas y a pesar de que pese a todo conseguí estar ligada a la música de otras formas, una de ellas no fue la de componer. Últimamente pienso en ello pues durante mucho tiempo estuve esperando a que un músico quisiese convertir en sinfonías algunos de los trazos y colores de mis lienzos, sigo esperando que eso ocurra. Entre tanto y dejándome llevar por esta inquietud musical hace algún tiempo empecé a aprender a tocar la flauta irlandesa y recientemente y tras hacerme con un sencillo teclado pruebo con el piano a través de un curso online.
No sé si encontraré a quien se inspire en mis cuadros musicales, o si mi nueva y diferente incursión en la música con estos dos instrumentos logrará que sea yo misma quien consiga arrancar las notas ocultas en mis obras plásticas sonoras, lo que si sé es que no sólo sueño colores, a veces también melodías y canciones que a falta de saber plasmarlos en partituras se esconden entre las formas y colores de algunos de mis paisajes sinfónicos.
