5 de enero de 2020

Metamorfosis de una mariposa

Erase una vez una mariposa que estuvo metida en una jaula que aunque no tenía barrotes y siempre estuvo abierta, no salía de ella. Que vivía su transformación a través del dolor, hasta que un día una serie de cambios inesperados en su vida la hicieron abandonar la jaula. Durante un tiempo la añoró, se había acostumbrado a ella, no entendía por que debía salir. Creía que su función y su obligación era estar allí y que no había nada más allá de eso.
Esta es la breve historia de esa mariposa que un día formo parte de las memorias de una rosa, pero ella no es una rosa que se marchita hoja a hoja, sino una mariposa hecha para volar y encontrar un destino que sea solo suyo.
Así que una vez que dejó de tener jaula la rescaté de nuevo y la escogí para que se convirtiese en otra de esas obras candidatas a ser modificadas, a ser mensaje, a ser otra de mis obras reflexivas, a ser más personal y aunque de algún modo seguirá ligada a la serie social  que en su día cree en torno a la violencia de genero y titulé de manera genérica, "Memorias de una rosa", puesto que la asocié a la liberación, acentúo esa característica y le doy también la posibilidad de ser independiente del momento, la razón y el contexto por la cual nació y fue creada. 


La transformación y el cambio (no) es fácil
La libertad es una gran responsabilidad
Muchos no saben lo que es ser libre, muchos no quieren cambiar
Si te transformases y fueses libre, ¿qué harías?, ¿dónde irías?


Hay almas que son demasiado grandes para que quepan en un cuerpo menudo, en una vida simple o en un mundo con demasiadas fronteras y límites, en un mundo lleno de ruido y violencia. Hay bellezas invisibles y fealdades demasiado visibles y ninguna de ellas guardan relación con lo que ven los ojos. No sé de donde vine, ni se dónde llegaré, no soy perfecta, ni imperfecta, solo soy lo que vine a ser, pero cuando se me considera si cabe más imperfecta al fin puedo verme, aunque tuviese que hacerme invisible para muchos.
Ya no importa quienes no me ven o no quieren verme, solo importan los que creen que me ven sin verme y hay lugares y situaciones donde tampoco importa ser invisible, de echo es lo mejor.
Nunca me plantee ser invisible, solo me acostumbré a que debía ser así, vivir en la invisibilidad te ofrece las ventajas de observar sin que te miren, escuchar sin que te hablen, imaginar que eres parte de todo y de nada. Solo dejaba de ser invisible si era inconscientemente arrastrada por alguna tormenta o huracán. Cuando me acomodo en mi silencio vuelvo a ser invisible. . . .

ya era invisible a los dos años y me quedaba callada
 y quieta como una muñeca donde me dejaban.
y así seguí con tres, cuatro, cinco y seis
hasta que al colegio me fui, 
pero insistí, así seguí
invisible
y mi mente infantil 
descubrió las palabras con alas
y que hay pinceles con colores que cantan
entonces pensé ¿y si la libertad está en lo que veo?
en lo que escucho y creo cuando nadie me juzga, ni observa.

Poema para una mariposa
de Rosa de Soto (in-visible)