30 de enero de 2018

El diario que se convirtió en maleta

Querido diario, estoy cansada de luces y pasiones consumidas y apagadas, de sueños pospuestos, de palabras escondidas, silenciadas, tergiversadas o ignoradas. Cansada de máscaras e identidades falsas, o mejor dicho de ser solo identidad sin más. Ya no quiero seguir dormida sobre los escombros con que se construye la supervivencia.

Hubo una vez una maleta que se construyó a base de objetos que nos recordaba la invisibilidad y el vació de algunos dolores. Realizó un viaje que hizo que se desprendiesen algunos de esos objetos. Eso fue lo que le ocurrió a mi obra "Memorias de una rosa, el diario y la maleta" que un día fue creada siendo parte de una serie que invitaba a reflexionar en torno a la violencia de género y que recientemente iba a ser parte de una exposición colectiva en una galería de arte de Madrid. En el trayecto sufrió un pequeño "accidente" que hizo que algunos de sus elementos se desprendiesen, pero lejos de lamentarme por ello y como me ha ocurrido con otras obras, decidí convertirlo en una oportunidad para reconstruirla dándole la opción de ser mejorada. En el proceso también descubrí las posibilidades fotográficas y audio visuales que posee esta obra a través de sus colores, sus texturas y los distintos elementos que la componen, logrando así rebasar los límites las dimensiones plásticas y de formato que hay en este trabajo artístico. Este proceso de reconstrucción y su posterior descubrimiento lo recojo en un vídeo que puede ser en si mismo otra obra de arte.




Hay velas que no se encendieron o que se apagaron muy pronto, que nunca fueron parte de una cena, ni fueron románticas, ni nada que celebrar.

Hay palabras que se quedaron sin tinta para ser escritas o dichas, silenciadas y amordazadas y buscan páginas en blanco para reescribirse de nuevo.

Hay flores que no se plantaron, ni se regalaron, rosas que soportaron durante mucho tiempo una memoria sin agua que las marchitó antes de ser.

Hay dolores que no tienen nombre, ni rostro o tienen muchos y con quienes deseamos no identificarnos pero al final y al principio reconocerlos es cosa de todos y todas.


Hay maletas que quieren dejar de viajar por parajes invisibles o sombríos, que quieren dejar de llenarse de miserias y dolores y cargar con ellas durante tanto tiempo. Pues a veces el espacio es muy pequeño y ya no cabe más y se siente el peso.

Hay muchas formas de hacerse trizas, hay muchas cosas que se hacen trozos, fragmentos de una vida que no fue tal, de un alma que se rompió, de un corazón que se cansó y que luego vas recogiendo pacientemente los pedazos, los guardas en una maleta y te vas. La vacías en cualquier vertedero para llenarla otra vez de recuerdos nuevos. . . . . Siempre hay esperanza para nuevos caminos, palabras, celebraciones y trazos.

Hay destrucciones necesarias pues te permiten reconstruir de nuevo.


La esperanza se escribe en blanco sobre negro.

Donde hay una maleta siempre existe la posibilidad de un viaje. . . . cada cual decide hacia donde.