21 de marzo de 2021

Observación consciente

Este mes me pongo en modo observación, más que nunca, replanteándome caminos para mi inspiración, ¿será la cercanía de la primavera? Soy observadora por naturaleza, crear requiere observar y observarte, escuchar y escucharte. Me gusta escudriñar la naturaleza y los objetos como formas y colores que sugieren más allá de lo que muestran y como exploración de su naturaleza esencial que no superficial o básica, permitiéndome ir más allá de lo que ven mis ojos, captan mis oídos y de lo que me dice mi pensamiento. Si algo me define es buscar la profundidad en lo que veo, en lo que escucho, en lo que siento. Siempre he usado la observación, incluso la escucha, para mis cuadros, para la fotografía, para mis poemas. Pero desde hace casi dos años descubro el vídeo como otra forma de expresar sin palabras y a través de esa observación consciente, de la comunión con los elementos, descubrir que en el fondo todo es arte por si mismo, la luz, el cielo, la lluvia, el viento, las ramas y las hojas en movimiento.

Últimamente vivo mucho más hacia dentro, al no poder hacerlo tanto hacia fuera y converso con mis ideas, con mis recuerdos, con mi imaginación más a menudo, no dejo de crear más paisajes internos.

Aquí dejo algunos retazos de ni observación consciente. De lo que para mi también son poemas visuales envueltos en silencio, dejando que otros observadores decidan cual sería su banda sonora.



La luz se cuela por todos las rendijas y a veces puede crear una hipnótica danza, ¿o es solamente el reflejo de los espejos en los que no somos capaces de mirarnos y atrevernos a descubrir quienes somos en realidad? La luz cuando sabe quien es no teme a la oscuridad, sólo la teme quien no encuentra su propia luz. 



 ¿Sienten distinto las gotas de lluvia cuando caen sobre agua y se diluyen en ella desapareciendo para siempre o cuando caen sobre el suelo creando una identidad única al mojarlo o formar su propio espacio en forma de charco? Al menos las que caen en el asfalto tienen más posibilidades de volver de nuevo a la nube.


¿Es el viento el peine de la hierba, las flores, los arbustos, de algunos árboles o es quizá la aerolínea que permite viajar a las hojas, el polen y las semillas sin precisar pasaporte o permiso por parte de nadie? Al menos las semillas pueden volver a nacer y crecer en cualquier parte sin sentirse extranjeras, sin sentirse emigrantes.



A veces las hojas caminan a ras del suelo con la ayuda del viento que no precisa elevarlas muy alto y son como atletas que tras un mudo pistoletazo de salida comienzan una carrera y me pregunto, ¿quién llegará primero? A veces la meta es la posibilidad de seguir andando, de seguir corriendo sin un destino concreto.




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